ANUNCIO
Hoy al salir del supermercado y de camino a casa, una mujer desnuda
llega dentro de una botella a la arena de la playa y como no entiendo
ni entenderé nunca ciertas metáforas de esta vida,
ato cien gaviotas a una cuerda con olor a estómago de vaca
y vuelo, vuelo despavorido hacia el infinito... Bueno, hasta Marte,
y como hay mucho espacio libre, construyo una chabola con los
restos de los cohetes que han caído y están repartidos
por toda la superficie, y la coloco cerca del río que está
muy seco; y como me da mucha pena que esté así,
tan seco digo, hago un pis cerca de la orilla, ¡y es tan
bonito el contraste entre el amarillo chillón de mi pis
y el rojo del suelo de Marte! Y comienza a haber humedad y a brotar
una fina hierba verde y como me acuerdo de que tengo un hueso
de melocotón en el bolsillo y como además en Marte
no hay primaveras y a mí por la temperatura me parezca
que es verano, lo siembro y comienzan a crecer miles de melocotoneros
que darán cientos de melocotones, que darán más
árboles, que... Y como soy un niño muy listo porque
la profesora Paquita siempre me lo dice y como además tengo
sangre de empresario por mi abuelo materno, creo la Compañía
Frutícola de Melocotones, S.A., y envío cajas de
mil unidades sobre cometas que llevan pegatinas en la frente con
mi nombre y que viajan a planetas que no escribo porque tienen
unos nombres muy difíciles y porque los descubrirían
los americanos y enviarían misiles en vez de regalos, y
se acabaría mi negocio, y los agujeros negros, y las estrellas
y Dios claro, y la clase de religión donde saco un muy
destacado en rojo que mi abuela siempre me recompensa con una
sonrisa de plástico y cinco duros, y... Y me hago muy rico
y contrato a treinta marcianos azules para que limpien todo el
espacio de satélites y cohetes oxidados, y sé que
la gente de allá abajo me lo agradecerá algún
día porque ya no sonará el busca de papá
en el teatro, ni los móviles en las conferencias, ni la
música heavy en el piso de arriba, ni..., aunque dejaré
uno para la televisión, para que no se nos olvide que en
otros lados del mundo vive gente que pasa hambre y pena y con
ganas de respirar aire que huela a algodón de feria...
Y envío un meteorito de ida y vuelta a la Tierra que recoge
a Laura que siempre me dijo que era muy feo porque tenía
los dientes separados y la sorprendo tanto con mi cutis tan fino
y mis posesiones que la llevo a la Luna por la Vía Láctea
a borrar las huellas de los americanos y cuando voy a pedirle
que se case conmigo, ella me dice que no, que no puede ser verdad,
que es un sueño, y yo le digo que no y que para que lo
sepa le digo que yo sé dónde vive el Principito
del cuento que le regalé por su cumpleaños y que
a ella le gustó mucho porque yo me reí con mis dientes
manchados de chocolate, pero se pone a llorar y dice que no, que
ella quiere volver a su cama, que prefiere a su mamá que
le cuenta secretos para estar siempre guapa y gustar a los niños
de dientes juntos y me enfado tanto que le tiro el hueso de melocotón
a la cara y comienza a salirle un chichón en la frente,
y ella, llora que te llora, coge polvo lunar y me lo tira a los
ojos, y entonces me pongo a llorar, y aunque somos mayores y nuestro
llanto suena por todo el universo y más allá, comenzamos
a llamar a nuestras mamamamamamamamamaaa
-Jorge, cariño ¿estás bien? Esas pesadillas
de todas las siestas...
-¡Ah, mamá! He tenido un sueño...
-¡Terrible!
-Sí, tan terrible como un yoghurt de macedonia...
-Por cierto cariño, ¿qué haces con el paquete
de compresas de tu hermana en las manos?