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CARLOS BORREGO

Macotera, Salamanca, 1947

 

AUSENCIAS DE LUNA LLENA

Esta noche se notan tus ausencias.
Hoy, esta noche,
cuando la luna apura su cuarto creciente,
he dado mil vueltas a la luna llena
buscándote en su interior una y otra vez
y, aunque no estabas, oía tu respirar
y sentía tus vibraciones en el amarillo
soñar de su aureola.
Tú, imagen sentada y absorta al viento,
entre pensativa y meditabunda,
quiere entenderme.
Yo sé que me entiendes,
pero te gustaría conocerme más.
Creo que me soportas,
aunque quisieras que yo fuera
el verdadero soporte de los dos.
Tú sabes que cada tiempo que pasa
nos va concediendo en todos los instantes
el más verdadero de los amores sentidos,
amor que a veces disfrazamos,
o lo hacemos desear,
en un largo intervalo de silencios.
Y en el vete, espera, quédate:
percibo lo próximo y siento lo cercano,
y en el espera, quédate y vete:
siempre estás a mi lado.
A mi lado está esa chica,
una chica, a veces muy chica,
que puede encontrar en mi
su frontón acolchado.
Seguro que esta noche, en la placidez
de un colchón con un cuerpo solitario,
pensaré en tu imagen pegada
a mi alma en un jadeo de disfrute triste.
Seguro que esta noche estarás
en la cita de las diosas perdidas.
Seguro que un día, en este mes,
cuando cambie la luna, volverás a mí.
Seguro que antes del penúltimo día
de la semana que viene,
cuando el calor de tu alma se funda
con el fuego de mi cuerpo,
cuando el mes se agote
renacerá el calor de una luna llena.
Seguro que cuando mi mano
toque tu pecho en un ahogo
y la confusión de la luna nueva
provoque una llamada al viento;
seguro que la luna, la luna plena,
llenará nuestros cuerpos.