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EDITORIAL
Dicen que es un mueble en forma de plato inclinado, con pie o sin él,
que sirve para sostener libros, partituras, etc., y leer con más
comodidad. Eso debe ser. Aunque para nosotros sea una idea más
amplia, alejada del objeto símbolo a que esas cinco letras aluden.
El hombre siempre ha sentido una urgente necesidad de nombrar las cosas.
Por eso, por tal vez la necesidad de otorgar entidad, nombrándolo,
a algo que empezaba, tal vez por eso, hace más de cuatro años,
una tarde, unos pocos, se reunieron con la tarea específica de
encontrar un nombre. Desde entonces Atril ha dejado de ser un atril,
un objeto sencillo, para nombrarnos; para nombrar a unas cuantas personas
cuyo proyecto literario crece con el paso del tiempo. Ése sea,
probablemente, el gran milagro de las palabras, su capacidad para crecer,
para albergar ideas que a veces a nosotros mismos nos resultan inabarcables.
Dicen que una revista es una publicación periódica por
cuadernos, con escritos sobre varias materias, o sobre una sola especialmente.
Eso debe ser. Para nosotros este primer número es el lugar donde
se demuestran los esfuerzos de cada día: la preocupación
de taller, nuestras preocupaciones literarias, junto a la tarea de difusión
cultural de la obra de los que por aquí andan. Somos conscientes
de que unas pocas hojas se pierden fácilmente en el conglomerado
de publicaciones que aparecen en el país, pero también
sabemos que ésta es nuestra pequeña obra, que éstas
son nuestras pequeñas contribuciones. Se diga lo que se diga,
nos gusta pensar que la literatura llega y es para grandes minorías.
Por último, de la materia de lo literario, no es tal vez tan
sencillo encontrar una definición, un acuerdo. Sería inconmensurable
el catálogo de autores que han intentado darnos su propia definición,
su visión, de la literatura; pero pocos son los que ofrecen algo
más que aproximaciones. Digamos que tal vez, sólo tal
vez, definir no sea tan necesario. Y aunque no podamos definir la literatura,
sí, al menos, conocemos su afán; conocemos esta necesidad
de superación; conocemos la lucha contra el tiempo que unas líneas
suponen; conocemos el intento de la belleza, su búsqueda; y el
placer, en ocasiones, del desencanto. Por eso seguimos reuniéndonos
cada viernes, para enlazar unas palabras, para leer, para hablar, para
seguir aprendiendo este extraño oficio en que el aprendizaje,
por suerte, nunca acaba.
FERNANDO DÍAZ SAN MIGUEL
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Atril Revista Literaria. Nº1, Segunda Época. Salamanca,
abril de 1997
Edita: Taller Tertulia de Literatura Atril
Apdo. de Correos 799 37080 Salamanca España
Tel./fax: 923 210 228
Ateneo de Salamanca c/ Zamora, 64 37002 Salamanca
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