El Zumo de los Días

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Poemas Imperfectos

Numen

PRELUDIO

Veo luces, luces de linternas
que vienen dando bandazos, madre.

Se oyen ladrar perros
y puedo escuchar, a mis pies,

Numen, III

Hay un ángel que cuelga por el apartamento
como un péndulo.
La casa ha quedado desierta tras la fiesta de ayer:
sólo se puede escuchar, concentrándose, el reúma que pinza en mis manos jóvenes.
No sé cómo explicarle a un ángel
que me siento bien aquí, que me siento bien ahora.

 

Mitad Caliban

QUE SE APAGUEN LAS LUCES

El dolor de ahora
es parte de la felicidad de entonces.
Ese era el trato.
   Tierras de penumbra, 1993

Que se apaguen las luces.
Voy a tenderme un momento en la oscuridad;
a cerrar los ojos

para ver si el cansancio me vence,
tu imagen se diluye en las sombras,
y dejo de sentir lo que por ti siento
mientras desiste el corazón en su latido.

HISTORIA DEL HOMBRE

Jugar en silencio
tantas horas;
soñar solitario o imaginar monstruos
que el tiempo convierte
en seres bondadosos.

Crecer, aprender a reír aunque duela,
aprender los dolores
y por fin:
procrear,
elegir la profesión de la infelicidad;
relegar el arte.

Desesperadas formas de intentar una huella...

Un escaso minúsculo punto
en el universo,
en la historia del  tiempo, somos.

La paz del cementerio
a media mañana,
sólo rota por las prácticas funerarias
de los gitanos,
que charlan y fuman
junto al nicho
mientras los niños corren.

El último estadio del hombre.

 

Laberintos

Laberintos, 4

Susurran las ratas
el pecado al oído
del hombre,
del lobo,
del reptil
en sus ojos.

Resuena un quejido.
El frío olor
a carne muerta
suscita el paladar
de la tenia.

Laberintos, 15

Pánico del espejo.
Bestia, hombre,
pared de ladrillo
con liquen.
Invisible, parece
que incluso sonríes.

 

Libro cuarto

El recuerdo de aquella buhardilla...

El placer acentúa nuestra suspicacia. Recuerdo desgastado en calor primitivo aparece el pasado con dulzura. De él, queda un desecho que demuestra que somos sólo carne. Aquella relación con lo que fuimos, seres cambiantes, es frío y desconfianza. Buhardilla entre los trastos y las fotos que llevaban hasta una última noche. Tuya era la abnegación, tuyo el recelo; la juventud también te pertenecía. En el tiempo que dista entre los egos, queda ahora la imagen vacía, el silencio otorgado por amor o venganza. Total olvido, parcial encuentro de un final pactado. Oscuridad, luz del paseo en la mañana, y formas ilusorias allá al fondo. Juntos, los momentos muestran el letargo de ahora, conducen a un espacio entre dos piernas, al deseo que ha pasado y perdura. Todavía no estamos preparados. Me agota el desafecto de esta vida que he elegido recorrer sin nosotros. Obliga a tropezar con una versión de los hechos ajena a los residuos, al pan, a la violencia. A un tiempo entre dos sueños me conducen tus pasos. Quererte hubiera sido diferente: decidí amarte siempre cuando tú ya no estabas.

República de Babel

La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo. Combinaciones al azar de átomos, convertidos en grandes estructuras, en macromoléculas, primeros seres de un planeta habitado, lloraron en los océanos de este mundo sin fe. Sin mirar, sin oler, sin sentir el dolor, el hambre, los huesos, multiplicándose por errores genéticos que derivan al hombre, culmen o eslabón de una raza. Una raza anómala.

© Fernando Díaz San Miguel - Prohibido reproducir total o parcialmente cualquier elemento de esta página sin citar la fuente
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