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TOMÁS ACOSTA PÍRIZ
Navasfrías, Salamanca, 1945

 

GEN Y VIDA

Viene agarrado al cuerpo
por la sangre momentánea
cabalgando el gen con la hija de Sol
por el pasil sobre los muertos
                                      sin memoria
                                      sin rostro
                                      sin prisa.
Ha dejado la huella diminuta
en milenios viajeros
por si vale de algo la experiencia.

Ha sembrado DNA de ojos revueltos
para mirar la renovada mutación.

Soy yo en esta hora de café sin compañía
donde el sabor de los libros dicen nada
para drogar el lugar de las espinas.

He seccionado los dedos
para ver el nombre blanco
                                      sin vestidos
                                      sin puertas
                                      sin ventanas.
He lavado mis huesos en el agua
y con el más grande caín he roto el cráneo
aflorando las dudas en palabras.

Aquí estaba un PC de neuronas al abrigo
de la cal modelada en homo-sapiens
                                                          que no entiendo.
Chapotea el aliento en remansos de brevedad
que arrastra inexorable la corriente
y en la blanca batea un pensamiento va escorado
a caer en la catarata sin destino.

Ante tanta impotencia machaco los pilares
de la carne,
                   dejo atrás la siembra de relevo
en esta marcha desandada de pensamiento nulo
                                                     para el extraño.

Mi yo es un camino sin sentido entre frases
                            para el no-entendimiento.
El polen es la duda.
Ésta es la soledad y el desarraigo.
Ésta es la planta exótica de un desierto
que martiriza con sed las raíces suplicantes.
Ésta es la semilla que perdura entre la arena
esperando la lluvia de tormenta.
¿Vale la pena el intento tan seco de justicias?
Esta es la perfecta ignorancia del futuro: la vida sin retorno.

Ciudad Rodrigo, Julio, 1993

HACIA EL FUTURO

Alborean campos de batalla
donde trocar paz en palabras.

Agonizante rol de siglas
en papelera de lo abstracto,
boceto inanimado de urna
donde el vago viento del oeste
difunde el sol jamás perdido.

¡Todo regresa o nunca marcha!

En cada giro una flor seca,
gesto final, sonrisa helada
trecho en espacio concebido.

El campo es sólido horizonte,
rojizo tul de ocaso y alba.
Nuevo bajel y singladura
eleva el ancla entre las olas
a un puerto errante sin fronteras
donde la fe se amarra sola.

El día final vive en la bruma.

¡Alzad las velas al viento redondo!

Todo un profundo mar en niebla espera.


HIEDRA

Esta carne es secreta melodía,
cala sus venas y armonía torna
el corazón en rítmico tambor
que trepidante esparce su alegría.

La emoción es cuerda de violín
que al roce de piel notas provoca,
desgrana del placer las sinfonías
regando la flor de su jardín.

La misteriosa gota de vida
fría queda en el cáliz de mañana
cuando un aroma de rosas huye
y el viento arrastra sin servir de guía.

El ruido sustituye cadencias
para ciegos iris en los ojos
que lloran en tonos de violeta
negando verdades de la ausencia.

La vida es final anacoreta,
amargo sabor de los recuerdos,
cuerda que se anuda en la garganta
como hiedra- amor que el árbol seca.